Una de las plagas que más puede afectar negativamente a la calidad de un Virgen Extra es la mosca del olivo Bactrocera oleae. Este díptero tiene la «manía» de poner sus huevos sobre las aceitunas cuando estas tienen un calibre de unos 7 u 8 mm, su objetivo es meramente evolutivo, buscan frutos con buenos tamaños para que cuando se produzca la eclosión del huevo, previamente depositado bajo la piel de la aceituna, su larva tenga a disposición una pulpa lo bastante jugosa para completar con ciertas garantías su fase larvaria. El caso es que la larva al ir alimentándose de la pulpa deja una galería expuesta al oxigeno y cubierta de restos de excrementos provenientes de procesar semejante manjar y claro, la calidad del fruto queda notablemente mermada. Una vez que el «gusanito» se ha hecho grande, abre un agujero en la epidermis del fruto y se deja caer al suelo donde, tras convertirse en pupa, pasará la época fría en estado inmóvil.
Es aquí donde entran en juego nuestros «guerreros» aliados: arañas, tijeretas, hormigas y escarabajos forman un ejercito devorador de jugosas pupas de mosca.
Según un artículo de unos científicos investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (https://theconversation.com/hemos-encontrado-a-los-bichitos-que-se-comen-a-la-mosca-que-amenaza-los-olivos-123539), se encontraron en el tracto digestivo del 20% de una muestra de estos depredadores, ADN de mosca del olivo.
Pero claro, para tener un ejercito de depredadores capaz de controlar una plaga tan implantada en nuestros olivares, hay que tener un suelo con capacidad para albergarlos. Los suelos labrados impiden en gran medida la formación de hormigueros y refugios para arácnidos, coleópteros o tijeretas. Tampoco un suelo «quemado» con herbicidas parece ser un buen hábitat en el que puedan proliferar estos insectos, ya que muchos necesitan semillas y otros insectos que viven en las cubiertas herbáceas como base de su alimentación.
En la finca hace muchos años que apostamos por cubrir los suelos de vida. Al principio dejando solo franjas de hierbas espontáneas y tratando lo demás con herbicida. Pero hace dos años pasamos a ecológico y no aplicamos ningún herbicida al suelo. El cambio ha sido espectacular. La vida en el suelo se ha abierto camino y son innumerables los hormigueros y cobijos para insectos y arañas que se han instalado. La incidencia de mosca, que ya era baja, ahora es casi nula. Así podemos producir un AOVE de calidad superior sin aplicar ningún plaguicida químico como método de control, que por otro lado han demostrado ser claramente insuficientes y con efectos secundarios no deseados para los artrópodos beneficiosos presentes en el olivar.
Y entonces, ¿Se puede medir en un aceite la calidad de los frutos de los que se ha extraído? La respuesta es SI, con la acidez. Se trata de una métrica obtenida en laboratorio y nos da una idea de la falta de calidad en los frutos, ya sea por picadura de mosca, atroje, daños por granizo, etc. La acidez resultante para nuestro picual temprano nos dio un valor de 0,16%. Esto indica que el fruto estaba muy sano y el proceso de elaboración en la almazara no lo empeoró. Destacar como nota que, para que un aceite pueda ser catalogado como Virgen Extra, su acidez debe ser menor o igual a 0,8. Para Virgen igual o inferior a 2 y ya por encima de esta cifra cualquier aceite debe ser catalogado como lampante y su consumo como tal está prohibido por sanidad.
Tela de araña formada entre restos de nuestra cubierta vegetal.
Fermín Ibáñez Guzmán
Gerente en Finca La Nava